Habitación 506, fotografías de Max Donoso

Desde el 3 al 30 de mayo de 2025, la Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso se convierte en la Habitación 506 a través del lente del fotógrafo chileno Max Donoso. Esta serie fotográfica continúa la investigación sobre identidad de género que el autor venía desarrollando desde su anterior exposición, Mar Negra, en 2022.
Tomando como punto de partida los años 30, Valparaíso consolidó una identidad única como epicentro de la bohemia chilena, forjada en sus cerros, bares y cafés portuarios. En aquellos años, el puerto vivía una época de esplendor económico y cultural, gracias a su rol estratégico en el comercio marítimo del Pacífico. Con la llegada constante de marineros, migrantes y comerciantes internacionales, la ciudad se convirtió en un cruce de mundos, alimentando una atmósfera cosmopolita que dio origen a una intensa vida nocturna y artística.
En su época de mayor auge, Valparaíso recibía cientos de marinos y extranjeros ansiosos de sumergirse en los ritos paganos de la noche porteña. La calle Clave, en la zona de Plaza Echaurren, constituía el corazón palpitante de la juerga, con burdeles legendarios como La Chica Julia, El Siete Espejos, Marisa la Pate Vaca, El 69 y La Lola Puñales. Estos espacios, envueltos en neones gastados y boleros tristes, encendían los ánimos de quienes buscaban amparo en la tibieza de otro cuerpo, al margen de la moral oficial. La bohemia de bares y prostitutas fue mucho más que un decorado exótico: fue un modo de existencia, un refugio afectivo, una manera de sobrevivir al tedio y la rutina.
Dentro de esta geografía nocturna también florecieron las disidencias sexuales, aunque muchas veces de manera clandestina y vulnerable. En las sombras del puerto, las identidades no normativas encontraron una suerte de santuario ambivalente: perseguidas por la ley y los prejuicios, pero también toleradas —e incluso celebradas— en los márgenes del desenfreno. En algunos bares y cabarets del plan, transformistas, maricas, travestis y lesbianas tejieron redes de afecto y resistencia, creando microclimas donde la diferencia podía expresarse, aunque fuese por unas horas. Esta presencia disidente no solo aportó a la estética de la noche porteña, sino que desafió los límites del deseo, el género y la normalidad en una ciudad que, a su manera, siempre ha sido un poco anárquica, sucia, libre y profundamente humana.

Hoy, Valparaíso continúa siendo un refugio para las almas indómitas. A casi un siglo de aquella bohemia de burdeles, boleros y marineros errantes, ha emergido una nueva generación que reinterpreta la noche porteña desde otras estéticas y resistencias. Esta bohemia contemporánea, profundamente marcada por las disidencias sexuales y de género, ha desplazado los antiguos epicentros del placer hacia espacios de creación colectiva, donde el arte es tanto un acto poético como político. Performances, música experimental, danza, teatro y visualidades híbridas encarnan una vida nocturna que transforma el deseo en obra y la marginalidad en afirmación. Lejos de replicar los códigos del pasado, estas comunidades artísticas reinventan la escena porteña con una mirada ferozmente crítica, lúdica y emancipadora, haciendo de la noche un territorio de expresión vital. Es en este contexto donde la fotografía —como documento, gesto y archivo sensible— se vuelve un medio natural para dialogar con estas formas de habitar la ciudad y con las memorias que aún resuenan en sus muros y callejones.

Teniendo en cuenta la construcción histórica y la fuerza simbólica de la bohemia porteña, así como su transformación en una escena artística contemporánea profundamente marcada por las disidencias, nace Habitación 506. Esta serie fotográfica reúne 63 retratos de personas vinculadas a la actual vida nocturna de Valparaíso —artistas de la música, el teatro, la danza, la performance y otras formas de creación— que habitan la ciudad desde sus márgenes, desde su intensidad, desde su diferencia.
Las fotografías fueron tomadas en el interior del emblemático Hotel Prat, lugar que acogió a la bohemia del puerto desde su construcción en la década de 1930, cuando marinos, poetas, prostitutas y disidentes compartían rituales paganos de libertad y deseo. Hoy, ese mismo espacio se transforma en escenario para un nuevo tipo de bohemia, donde los cuerpos —muchas veces desnudos, siempre presentes— ocupan el centro de la imagen para proyectar intimidad, singularidad y humanidad. Sin más recursos que una ventana y un sillón, Habitación 506 ofrece un espacio simbólico donde las corporalidades diversas se manifiestan tal como son, sin máscaras ni artificios.


La serie —realizada completamente en fotografía análoga por Donoso— constituye un acto de resistencia visual. Desde su rol de autor, el fotógrafo construye una poética del retrato que no solo celebra la diferencia, sino que también interpela al espectador: ¿Qué vemos cuando miramos a un otro despojado de roles, poses o clichés? ¿Qué lugar ocupa la disidencia en la memoria afectiva y estética de Valparaíso? Esta propuesta no busca representar desde la distancia, sino desde el encuentro. Cada imagen es el resultado de una complicidad construida en la confianza, donde cada persona se muestra como quiere ser vista: en su fragilidad, en su fuerza, en su verdad.
Habitación 506 nos habla de la vulnerabilidad de quienes han sido históricamente marginados, pero también de su resiliencia y su capacidad de reivindicar la dignidad desde el arte, desde la existencia cotidiana, desde la belleza cruda. En palabras de Diane Arbus, “las personas que han transitado las fronteras del sufrimiento alcanzan, finalmente, la categoría de príncipes”. Esta serie es, entonces, una coronación silenciosa; un testimonio visual que, lejos de los tópicos turísticos del puerto, devuelve a Valparaíso su dimensión más humana, más compleja y más honesta. A su vez, contribuye activamente al patrimonio cultural de la ciudad, fortaleciendo el debate sobre el oficio fotográfico y dejando un legado sensible para las generaciones futuras sobre la sociedad porteña del siglo XXI.

