Carnaval de Barranquilla, Colombia

La herencia ancestral manifestada a través del carnaval de Barranquilla nos refleja lo viva que está Latinoamérica, estas expresiones de baile, goce, felicidad, al mismo tiempo que, muestran el colorido en sus vestimentas y ornamentados carros nos recuerdan lo que significa formar parte de esta región.
La fiesta cultural y folclórica más importante de Colombia se llevó a cabo entre el 10 y el 14 de febrero en la ciudad costera de Barranquilla.

Cada año, la ciudad de Barranquilla nos deleita con su carnaval, el que desde décadas se ha encargado de darle alegría a la ciudad y expresar la mezcla cultural de Barranquilla. Es importante recalcar, que el carnaval fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación en noviembre del 2001 y, posteriormente, el año 2003, la UNESCO lo proclamó como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, siendo la primera de su tipo en Colombia.
Este 2024 se inició la celebración con más de 2 millones de espectadores, 28 mil hacedores de 845 grupos folclóricos, los que en conjunto le dieron aún más vida a la ciudad entre el 10 y 14 de febrero.

El carnaval se ha convertido en un referente en el caribe colombiano, debido, a que es un lugar que logra conectar la música, con las alegres creaciones en vestuarios, danzas, colores, felicidad y por supuesto, el esfuerzo del trabajo previo y durante los kilómetros recorridos por las distintas comparsas.
El jolgorio muestra celebraciones claves, como el desfile del rey momo, para festejar al recién coronado a través de bailes y grupos folclóricos de las comparsas al ritmo de la cumbia y otros.

Posterior, tenemos la batalla de las flores, la cual, forma parte de los desfiles emblemáticos del carnaval, encabezado por la reina. La batalla de las flores fue creada en 1903, con el propósito de celebrar el fin de la Guerra de los Mil Días. Este año la batalla de las flores contó con 71 grupos folclóricos, 18 carrozas elaboradas por maestros locales y artesanos inspirados en las danzas patrimoniales y 47 carros musicales, los que a lo largo de 4 kilómetros aproximadamente van dando vida y alegría desde la calle 85 hasta el puente de María.

Detrás de la magia de esta fiesta cultural se esconden muchos elementos que lo hacen una celebración que resalta la identidad cultural colombiana y por supuesto, latinoamericana. Lo hermoso del carnaval, es que resalta el mestizaje de razas y culturas a través de sus colores, que simbolizan la búsqueda de la identidad. No se puede pasar por alto, que este jolgorio es el resultado de la unión cultural de los americanos, europeos y africanos.
La llegada de las festividades europeas traídas en la Colonia, fueron enlazándose a las celebraciones de indígenas americanos y esclavos africanos, resultando una interesante combinación de un realismo mágico, el que te obliga a sacar nuestro disfraz y dar vida a lo que llevamos dentro.
Otro aspecto que llama la atención es la elección de la reina, porque visibiliza el traslado de la monarquía a la democracia. El carnaval elige a su reina cada año y termina con un reinado impuesto de una familia, lo que, a nuestra visión, se relaciona en la fuerza que tiene nuestra región para enfrentarse a lo que está impuesto y dejar salir lo que nos dice nuestro instinto y pasión latinoamericana.



A su vez, la ciudad da paso a vestimentas de seres mitológicos, bailarines tradicionales, satíricos, al ritmo de música colombiana. Si bien, el carnaval tiene una influencia española y portuguesa, a lo largo de los años ha ido adquiriendo una identidad fuerte del caribe colombiano, logrando visibilizar lo que es la cultura colombiana, su historia y su importancia. Esta celebración se va transmitiendo de generación en generación, sin dejar atrás la mezcla entre culturas africanas e indígenas.


Algo que es digno de admirar, es como la sociedad colombiana valora estas expresiones culturales, las que forman pilares sólidos para la construcción de la comunidad. El carnaval costeño se ha convertido en algo propiedad de la comunidad, un aporte social, fomentan la identidad local y promueven valores al mismo tiempo que cuentan una historia.
Sin duda el carnaval revive cada año, sobreviviendo en el tiempo, para recordanos lo lúdico que puede ser la sátira social, dejar de lado los tabúes y lo prohibido, lograr liberarnos y ser un escape positivo de lo estructurada que pueden a llegar a ser las sociedades en la actualidad.
Finalmente, “Quien lo vive es quien lo goza”.
