Arte, Cultura, Diseño y Arquitectura

Arte y Religiosidad en el Museo Santa Clara de Bogotá por Cristián Oschilewski

El centro histórico de la capital colombiana reúne un importante patrimonio arquitectónico de invaluable valor histórico. Una vez en la Plaza Simón Bolívar, rodeada por los imponentes edificios de la Catedral de Bogotá, el Palacio de Justicia y las columnas jónicas del Congreso Nacional, se emplaza una pequeña calle (carrera 8) ubicada justo al sur que nos lleva al singular Museo Santa Clara de la ciudad. Tras vencer una valla policial que resguarda la seguridad del perímetro del Palacio Presidencial de Nariño (sede y residencia de la jefatura del estado colombiano), arribamos al número 8-91 donde se encuentra la entrada al antiguo Convento de Santa Clara, hoy ocupado por uno de los museos de arte colonial más importantes del país y que reúne una de las colecciones de pintura religiosa y tallas en madera policromada de gran expresión artística del periodo virreinal neogranadino.

Entrada de piedra Museo Santa Clara. Fotografía: Fabrizio Rubio Palavicino

Al ingresar, una verdadera Capilla Sixtina del periodo barroco americano se abre ante los ojos del visitante donde se destaca de manera impresionante la nave principal del antiguo convento, el techo ricamente decorado y el gran retablo del fondo profusamente decorado por imágenes de santos y altorrelieves de gran laboriosidad de antiguos artesanos y orfebres. Se trata del último fragmento del antiguo edificio del Real Convento de Santa Clara, fundado en 1625 y concluido en 1647, que estuvo en manos de las monjas clarisas hasta bien entrado el siglo XIX (1863). Tras pasar al estado, volvió a manos de la Iglesia en 1874 y a la orden en 1886, siendo administrado por religiosos hasta la década de 1970, cuando finalmente el estado colombiano compró el inmueble para destinarlo a ser un museo (concretado en 1983). Cabe indicar que la denominada Iglesia de Santa Clara pasó por un completo proceso de restauración en el año de 1974.

Figura 1: Nave principal y retablo mayor del antiguo Convento de Santa Clara de Bogotá. Fotografía: Cristián Oschilewski.
Figura 2: Altorrelieve dorado sobre madera. Fotografía: Cristián Oschilewski.

El Museo Santa Clara cuenta con piezas de madera que destacan por su expresividad y un rico decorado que puede observarse en los tonos policromados de sus vestimentas y detalles corporales de los distintos santos representados. Tal es el caso de la imagen del Señor de la Humildad (figura 3) la cual provoca impacto en el visitante, siendo un fiel representante de la devoción barroca destinada a afectar los sentidos del devoto. El Señor de la Humildad es una representación religiosa que personifica a Cristo en los momentos previos a su crucifixión y muerte. Se trata de una imagen que simboliza la serenidad y melancolía que expresa su actitud en búsqueda de aliento, desnudo, solo, sentado sobre una piedra que se vincula a cómo se representaba en tiempos medievales a Cristo antes de su muerte en la cruz. En el caso de la talla en madera del Cristo ubicado en el Museo Santa Clara, podemos observar que de su cuerpo surgen hombros y rodillas ensangrentados junto a tres llamas de santidad que brotan desde su corona de espinos. De autoría anónima, esta escultura en madera tallada y policromada posee una dimensión muy naturalista (155x49x79) y fue elaborada en el siglo XVIII (donación de María Arias de Ugarte, benefactora del convento de Santa Clara). 

Figura 3: Altorrelieve dorado sobre madera. Fotografía: Cristián Oschilewski.

En términos de pinturas virreinales destacan algunas obras de los maestros neogranadinos Gregorio Vásquez y Baltasar de Figueroa, pero muchas de las representaciones corresponden a autorías anónimas, atribuidas a discípulos de los talleres que surgieron en la antigua capital Santa Fe de Bogotá de los siglos XVII y XVIII. Distribuidos en las paredes laterales y en varios de los retablos enchapados en oro de la antigua iglesia, óleos sobre tela y madera dan cuenta de la vida y pasajes de los santos y santas cristianos, así como de los arcángeles mensajeros de las narraciones bíblicas.

Se trata de una colección de pintura colonial muy destacada en Colombia, que refleja el gusto estético de la época y la forma contemplativa en que vivieron las religiosas en el antiguo claustro, donde eran educadas muchas niñas bajo las reglas de la orden clarisa (LONDOÑO, 2018). Mención especial merece el conjunto de pinturas que representan a los arcángeles y ángeles, tanto aquellos reconocidos por la Iglesia como algunos apócrifos. Entre los primeros arcángeles aparecen los característicos San Miguel, San Gabriel y San Rafael, junto al ángel de la guarda, representados con sus característicos trajes de soldados romanos. También en el museo se pueden observar los arcángeles apócrifos San Sealtiel, San Uriel y San Jehudiel. 

Figura 4: Detalle pintura mural Museo Santa Clara. Fotografía: Cristián Oschilewski.

Otro conjunto interesante del Museo Santa Clara son sus variadas y llamativas tallas en madera de diferentes tamaños que representan a santos y santas de la iglesia católica. Su función pedagógica y devocional a lo largo de los siglos se mezclan con la evolución que estas piezas fueron experimentando estéticamente mediante la representación de figuras franciscanas (la mayoría de las piezas) junto a imágenes de santos dominicos y jesuitas. Conforme lo consultado en el catálogo de obras del museo, la razón de la existencia de estas comunidades religiosas al interior del templo puede explicarse por su papel en la evangelización y por los estrechos lazos económicos que establecieron con las monjas clarisas, donde durante el siglo XVII y el siglo XVIII el Real Convento de Santa Clara realizó préstamos a dichas órdenes.

Junto a los ángeles representados en lienzos de pintura y tallas en madera, llama la atención en la colección del Museo Santa Clara la presencia de los anagramas de Jesús y María visibles en pequeños símbolos junto a la pintura sobre madera (figura 2) y la pintura mural (figura 4) que se extienden como un jardín por toda esta antigua iglesia. Mención aparte, merece el elaborado púlpito (figura 6) y los coros ubicados en las partes baja y alta del edificio. Ya en los ejes temáticos en pintura y tallas destacan las representaciones de la vida de Cristo; las imágenes marianas de Santa Clara; las distintas propuestas del dogma de la Sagrada Familia y las variadas iconografías de las santas con su respectivo modelo de la mujer colonial.

Figura 5: Imagen de San Cayetano, talla en madera policromada, anónimo, siglo XVIII. Fotografía: Cristián Oschilewski.

El Museo Santa Clara, que perteneció a la orden femenina franciscana de las Clarisas, posee subdivisiones internas muy interesantes. Entre ellas, se encuentra un gran pasillo interior por donde las antiguas religiosas se desplazaban para asistir a las misas (detrás de los grandes claustros de madera) y realizaban el sacramento de la confesión a través de pequeñas ventanillas laterales que dan hacia la capilla mayor. En este sentido, la construcción del templo de clausura tuvo dos grandes artífices en su tiempo: el arzobispo Fernando Arias Ugarte y el arquitecto Matías de Santiago. Con el paso del tiempo, el edificio fue desacralizado (ya no se efectúan servicios religiosos) y se convirtió en un importante referente nacional y museístico en materia de patrimonio colonial.

La arquitectura barroca del templo se inserta en una estructura de una sola nave de planta rectangular la cual, a su vez, posee un techo abovedado de trece metros de altura decorado ricamente con motivos florales hechos en madera en tonos azul y amarillo (los dos colores de la inmaculada concepción). Se trata de una construcción caracterizada por pocas ventanas pero que abre paso a la opulencia de su presbiterio donde los retablos dorados magnifican la perspectiva y marcan el contraste entre el sobrio exterior de la iglesia y los característicos tonos rojos (que simboliza la sangre de Cristo) y los amarillos (que simbolizan la ostia de trigo que representa el cuerpo del Salvador), junto a la impresionante colección de 103 cuadros de óleos sobre lienzos y madera en compañía de 24 tallas en madera policromadas.

Figura 6: Púlpito del Museo Santa Clara. Fotografía: Cristián Oschilewski

Actualmente el Museo Santa Clara desarrolla una importante labor educativa de la mano de su directora María Constanza Toquica, destacada periodista e historiadora colombiana quien también dirige el Museo Colonial de Bogotá desde el año 2001 a la fecha (ambas entidades dependientes del Ministerio de Cultura de Colombia). Asimismo, realizan un interesante trabajo de mediación cultural en el que se ha incorporado el arte contemporáneo en los espacios de ambos museos coloniales generando un diálogo necesario e interesante entre el patrimonio histórico y las nuevas propuestas de la visualidad colombiana más reciente, que se expresa en la invitación a artistas a intervenir dichos recintos con propuestas novedosas y que recogen las problemáticas actuales.

En este sentido, durante una conversación con su directora en Bogotá, mencionó su propia experiencia durante una visita a Roma, ciudad donde pudo apreciar de primera mano cómo el arte actual interactuaba con el arte antiguo potenciando ambas visualidades. Fue cuando al regresar a su natal Colombia y una vez a cargo de ambas instituciones, Constanza Toquica inició este camino de apertura de ambos edificios al arte que se genera hoy en las ciudades del país y en distintas zonas aportando miradas frescas e inusuales para estos espacios de fe y arte virreinal. De esta manera, se sorprende al visitante con propuestas de artistas que abordan temáticas que van del mundo precolombino, pasando por las amenazas contemporáneas al medio ambiente, las comunidades indígenas, entre variados elementos plásticos. El Museo Santa Clara funciona de martes a domingo, de 9 a 16.30 horas.

Figura 7: Imagen de San Antonio de Padua (siglo XVIII) y al fondo una pintura de Gregorio Vásquez titulada Visión de San Ignacio de Loyola en la Cueva de Storta (siglo XVII). Fotografía: Cristián Oschilewski.

Autor: Cristian Oschilewski